viernes, 25 de septiembre de 2015

“EL FIASCO DE LA OPERACIÓN MIKADO”



La historia secreta de una de las operaciones británicas más controvertidas y calamitosas de los comandos SAS dentro del continente

Para quienes han escuchado sobre la historia de la guerra de Malvinas, sabrán que fue en 1982 en torno a un grupo de islas australes situadas a unos trescientos kilómetros del continente argentino y en la cual los británicos atravesaron unas 8000 millas náuticas para reclamar su posesión. Indudablemente, para ellos, se trata de un punto geoestratégico de vital importancia. 

Según la historia oficial, el conflicto se encontró bien delimitado dentro de las trescientas millas enrededor de las islas, conformando un Teatro de Operaciones que se conoció como el TOM. Dentro de este espacio físico se desarrollarían las operaciones bélicas, tanto aéreas, navales y terrestres lo que en teoría daba la pauta de que no se extenderían más allá de esos límites.

Pero la realidad y la calidad del enemigo, hacía que se debiera prestar atención a no dejarnos engañar con esta supuesta reglamentariedad de la guerra que solo –y atendiendo a la larga historia militar de Gran Bretaña- escondía estratagemas y brutales engaños que podían costar nada más ni nada menos que la soberanía de todo el país.

El intento de que ello se hiciera realidad, se puso en práctica en la madrugada del 21 de mayo de 1982, cuando el Real Comando de la Fuerza área de “su majestad” puso en marcha la denominada “Operation Mikado”. La tarea encomendada por el alto mando inglés se basaba en la necesidad de destruir las bases aéreas del sur, desde donde salían las amenazas más grandes para la flota: sus aviones armados con misiles “Exocet”.

Para ese entonces el alto mando militar británico no estaba seguro de cuantos misiles poseía Argentina, por lo cual y hasta tanto sus servicios de inteligencia (MI-6) recibiera la información de París de cuantos les había vendido a Buenos Aires, tenían que reducir la posibilidad de que pudieran seguir siendo usados en su contra y para ello, la opción de atacar en el continente era misión tan audaz como válida.

Los británicos estaban al tanto de los riesgos que implicaban extender sus operaciones con sus muchachos del SAS, por lo cual el asalto sería rápido, furtivo y anónimo lo que significaba que los más de 60 hombres del 22º Regimiento, sus armas, sus vehículos y cualquier rastro de su presencia debería pasar desapercibida para desaparecer sin rastros por la frontera de la silenciosa aliada, Chile.

El diseño de la operación estaba amoldado a las tareas que de continuo se adiestraban los comandos del “Special Air Service” (SAS), por lo cual el jefe de operaciones, confiaba en un buen resultado teniendo en cuenta, otros factores a favor como eran, la confianza en que los argentinos eran unos aficionados al lado de sus hombres, una subestimación que resultaría fatalmente errónea.

El plan que estuvo calificado como ALTO SECRETO debió pasar por el análisis y aprobación del Departamento de Guerra en Londres y recién allí comisionar a los elementos más preparados para la misión.

Inmediatamente, se radio una circular interna calificada como “RESERVADO A OJOS DE el Brigadier Gral Peter De La Billiere” a la base Hereford (Malvern) para preparativos de salida a la isla Ascensión. El comandante a cargo de la 22º SAS era el Mayor John Moss, quien al ser llamado por De la Billiere para proponerle la preparación de sus hombres para dicha operación, advirtió de inmediato que había varios cabos sueltos que no le agradaban. 

Y las observaciones del mayor británico no estaban carentes de fundamentos ya que, tras conocer que el 17 de mayo una misión de infiltración para observación del SAS había caído en desgracia, Moss no dudó en calificar al plan propuesto como una verdadera locura, algo que para sus superiores fue un acto de insubordinación quedando sumariado en el acto. 

La conclusión del mayor Moss no solo habían sido acertadas sino que hasta proféticas, dado que apenas un día antes de que la operación “Plumb Duff” fuera desplegada, comandos del SBS (Special Boat Service) que intentaron penetrar a Río Grande por el mar desde el submarino “Onyx”, fueron detectados y rechazados mortalmente por el destructor “ARA Bouchard”, un episodio que ha sido muy bien guardado en los archivos militares y de inteligencia británicos.

No quedaba más opción que entrar por la puerta trasera y realizar la operación lo más discretamente posible. Chile era –y sigue siendo- un aliado estratégico de Gran Bretaña y como parte de esa condición, le proporcionó a Londres la pista aérea de la isla de Pascua en el Pacifico para que aterrizara un “KC-135” camuflado con pintura y numeración de EEUU que traía un equipo del SAS con overoles aéreos de la misma nacionalidad. Era el comienzo de la llamada “Operation Pumb Duff”.

Desembarcado el pertrecho y las armas, el equipo del SAS fue trasladado en helicóptero a Chile con el apoyo de las FFAA y equipos de la inteligencia militar chileno que mantenía una vigilancia estrecha en un sector de la Bahía de San Sebastián en la frontera con Argentina. Los británicos pudieron tomar posición y establecer una base provisoria para tomar una panorámica desde tierra, así lanzarse por medio de dos helicópteros Sea King sobre territorio argentino.

El reconocimiento sobre el terreno se hizo necesario, dado que no existían mapas modernos y bien detallados de las bases de los argentinos ya que no estaba en los planes de Londres que Argentina se embarcara en una guerra contra ellos. Otras fuentes revelaron que, las defectuosas imágenes satélites que el pentágono le había entregado, hizo necesario mojarse las rodillas. El equipo estaba compuesto por nueve hombres del SAS, armados y equipados con cámaras fotográficas que realizarían un reconocimiento del terreno y tomarían fotografías de la base aérea de Río Grande. Todos los datos que se recopilaran en esta operación, serían usados para ilustrar a la operación de ataque denominación en código “MIKADO” que entre otros objetivos, tendrían la de destruir los cinco aviones Super Etendart, asesinar a sus pilotos y volar los tres misiles “AM-39 Exocet” en existencia en la base. 

En altas horas de la noche del 17 de mayo, el Sea King con el equipo de SAS cruza la frontera chileno argentina a la altura de la Bahía de San Sebastián, para lo cual, contaron la ayuda de los controladores aéreos chilenos y de la FACH (a cargo del entonces del Gral Fernando Matthei) que advertían sobre posible tráfico militar argentino en las proximidades. Pero las condiciones metereologicas de aquella jornada, les jugó una mala pasada a los pilotos del helicóptero inglés que buscaban confusos el punto planificado de descenso. Neblinas, nubes bajas y lloviznas fueron el marco de la operación que imposibilito a los argentinos pudieran advertir el ingreso del aparato.

La potencialidad de una escaramuza estuvo latente desde el ingreso, dado que una fuerza hostil inglesa había penetrado en territorio argentino, obligando a las tropas que se hallaban en las inmediaciones de Río Grande a trabarse en lucha para expulsar o eliminar a la amenaza. 

Fue finalmente a unos 20 kilómetros del objetivo que el aparato británico fue detectado por los radares del “ARA Buchard”, que estando fondeado en el Cabo Medio, detecto ecos sospechosos en las cercanías de la estancia “La Sara”, con lo cual se puso en estado de alerta a Río Grande y se comenzó su persecución hasta que logra cruzar a Punta Arenas para precipitarse al suelo. En las memorias de uno de los participes de aquella frustrada operación, se detallaba uno de los más siniestros objetivos que perpetrarían como paso previo a infiltrarse en Río Grande y eso era, asesinar a los moradores de esa estancia.

En el libro “The Secret War for the Falklands” del ex SAS Nigel West, para que la misión pudiera ser exitosa, había que eliminar a todos los moradores de la estancia “La Sara Braun”, que era el punto de aterrizaje y establecimiento de base para disparar la operación “Mikado” que llegaría tras ellos. Pero el doble fracaso de estas operaciones previas llevó a que los jefes del SAS presentaran una afiebrada maniobra en la cual, intervendrían dos aviones C-130 camuflados como argentinos que se introducirían por sorpresa en Río Grande y mediante un aterrizaje de combate, desembarcarían a los sesenta hombres con sus Land Rovers artillados y divididos en tres secciones, destruirían las instalaciones de combustible, a los aviones “Étendart” y asesinarían a los pilotos que dormían en las barracas.

El fracaso definitivo de la operación “Plumb Duff” con escandalosa participación de Chile, que proporcionó la base para la salida de la unidad SAS y que tras haber logrado llegar a suelo chileno, ayudo a quemar el helicóptero y las ropas que vestían los comandos para luego darles ropas civiles, hizo entrar en razones a los diseñadores de la segunda fase de la operación que de haberse realizado, hubiera sido un suicidio.

Más allá de la desventura británica, existió una incursión hostil que pudo haber escalado a nivel continental que comprometió a los hombres a un potencial enfrentamiento que se hallaban destacados en Usuahia, esto a cuento de los últimos precedentes sentados por la Corte suprema ( que citamos al final) sobre el alcance de la calidad de veteranos a los movilizados al sur del país.

Fallo “Geréz, Carmelo Antonio c/ Estado Nacional - Ministerio de Defensa s/ impugnación de resolución administrativa - proceso ordinario”

La Corte Suprema explica en su fallo que es "desigual" la ley para determinar si alguien es o no Veterano de Guerra de Malvinas, pues habla de entrar en efectiva acción de combate, y en este caso en particular, existía "riesgo real" de entrar en combate dado que el enemigo británico estaba "poco dispuesto a respetar las limitaciones de carácter geográfico si ello ponía en riesgo la eficacia de una operación, tal como sucedió con el Crucero Belgrano (atacado fuera de la zona de exclusión)".

El señor Carmelo Geréz, se convierte así en Veterano de Guerra, con iguales derechos que alguien que sí entró en efectivas acciones de combate. El fallo genera un precedente que avalaría a otros soldados movilizados, entrar a los padrones como Veteranos de Guerra, en caso de que logren probar el riesgo que tuvieron, aunque no hayan entrado en forma efectiva en combate.

Fallo “Arfinetti, Víctor Hugo c/ Estado Nacional – Ministerio de Defensa – Ejército Argentino y Otro s/ acción declarativa de certeza"
Conscripto que prestó servicios en abril - junio de 1982 en Comodoro Rivadavia solicitó ser reconocido como Veterano de Guerra y adoptar así los beneficios pertinentes que la ley otorga. La Corte Suprema no dio lugar, dado que el mismo no aportó las pruebas necesarias (acciones efectivas de combate) para ser reconocido como tal.

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