RAÚL PINEDA
@RalPineda
La presidenta de Argentina, Cristina Kirchner, podría protagonizar un episodio histórico en el Consejo de Seguridad de la ONU, incluso, independientemente de que logre o no la soberanía sobre las Malvinas, que es el deseo de toda América Latina. La firmeza y humildad de su argumento es del tamaño de la crisis casi terminal de la institución: “Queremos que se cumpla la resolución (2065, de 1965) “ni siquiera pedimos que nos den la razón”, increpó Cristina a la ONU y a Gran Bretaña, cuyo poder de veto es más poderoso que los votos de la Asamblea General.
Quiérase o no, el foro está obligado a debatir, al menos para defender la indefendible violación de su propia Constitución, la Carta de la ONU, que en su artículo 2 establece “la igualdad soberana de todos los Estados miembros”. Tendrá que explicar por qué el Reino Unido puede desacatar impunemente más de 40 resoluciones, entre ellas la obligación de dialogar, que habría evitado miles de muertos de ambos bandos en las Malvinas, bajo la consigna de “orgullo” militar, que un año después le dio la victoria electoral a la “Dama de Hierro”, que en paz descanse (si Dios se lo permite.
Al encenderse el ventilador el Consejo de Seguridad tendrá que justificar su aval a las sangrientas “guerras preventivas” del señor Bush, ilegales porque la Carta de la ONU permite el uso de la fuerza militar solo en “defensa propia de los Estados” y explicar por qué en 2002 reconoció y supervisó el referéndum que le dio la soberanía a Timor Oriental y volteó hacia otro lado con el referéndum fraudulento de 2013 en las Malvinas, cuya soberanía intentó negociar en secreto con funcionarios argentinos, a espaldas de su Gobierno, entre otras arbitrariedades. Argentina estará apoyada por la inminente ofensiva diplomática de Mercosur, Unasur, ALBA y la Celac, vale decir, toda América Latina. Nada
@RalPineda
La presidenta de Argentina, Cristina Kirchner, podría protagonizar un episodio histórico en el Consejo de Seguridad de la ONU, incluso, independientemente de que logre o no la soberanía sobre las Malvinas, que es el deseo de toda América Latina. La firmeza y humildad de su argumento es del tamaño de la crisis casi terminal de la institución: “Queremos que se cumpla la resolución (2065, de 1965) “ni siquiera pedimos que nos den la razón”, increpó Cristina a la ONU y a Gran Bretaña, cuyo poder de veto es más poderoso que los votos de la Asamblea General.
Quiérase o no, el foro está obligado a debatir, al menos para defender la indefendible violación de su propia Constitución, la Carta de la ONU, que en su artículo 2 establece “la igualdad soberana de todos los Estados miembros”. Tendrá que explicar por qué el Reino Unido puede desacatar impunemente más de 40 resoluciones, entre ellas la obligación de dialogar, que habría evitado miles de muertos de ambos bandos en las Malvinas, bajo la consigna de “orgullo” militar, que un año después le dio la victoria electoral a la “Dama de Hierro”, que en paz descanse (si Dios se lo permite.
Al encenderse el ventilador el Consejo de Seguridad tendrá que justificar su aval a las sangrientas “guerras preventivas” del señor Bush, ilegales porque la Carta de la ONU permite el uso de la fuerza militar solo en “defensa propia de los Estados” y explicar por qué en 2002 reconoció y supervisó el referéndum que le dio la soberanía a Timor Oriental y volteó hacia otro lado con el referéndum fraudulento de 2013 en las Malvinas, cuya soberanía intentó negociar en secreto con funcionarios argentinos, a espaldas de su Gobierno, entre otras arbitrariedades. Argentina estará apoyada por la inminente ofensiva diplomática de Mercosur, Unasur, ALBA y la Celac, vale decir, toda América Latina. Nada
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