Una bandera celeste y blanca flameando al viento en el cementerio de Darwin a 30 años del desembarco argentino en Malvinas tuvo, para los veteranos que lo llevaron a cabo, sabor a misión cumplida. Secretos, encargos, promesas de tanta intensidad que solo pueden macerar al calor de los años, en silencio, pero al abrigo del tiempo y la distancia, lejos de las islas, si, pero con la tenacidad de los que saben positivamente que para realizar un acto meditado pero impulsado por la pasión, se necesita también ser paciente y audaz a la vez.
Ayer, bajo una inclemente llovizna y en medio del viento helado, un grupo de veteranos se dio el gusto de romper la monotonía cromática del lugar para rendirle un homenaje en celeste y blanco a los caídos. De rodillas frente a la tumba de los compañeros muertos en combate, cada uno hizo su peregrinaje emocional sin olvidar el gesto patrio pero adoptando en su pecho la carnadura misma del dolor que trae reencontrarse, 30 años después, con aquello que ha sido y ya no es.
La advertencia de la policía había llegado el sábado último, cuando se hizo presente en los hoteles donde se alojan unos 60 veteranos. En esas charlas se les advirtió que no se tolerarían gestos hostiles que pudieran provocar una reacción por parte de los isleños.
Conscientes o no de lo que iban a realizar 24 horas después, en esa misma reunión uno de los veteranos pregunto si desplegar una bandera argentina, en un cementerio argentino por un veterano de guerra argentino que había participado en las batallas de 1982 era considerado un gesto hostil. Mientras sea un acto privado, todo está permitido, les respondieron.
Ayer, la bandera argentina descanso por unos minutos sobre la tierra de Darwin. Los veteranos le pusieron piedritas en los costados para que no se volara, se sacaron fotos de rodillas, la miraron, se separaron de ella y luego volvieron junto a ella.
Después, el veterano Luis Méndez, cabo del regimiento de Infantería 4 de Corrientes y que batallo en Darwin, saco de una mochila otra bandera que apareció ante la vista de la mayoría doblada en ocho partes. Poco después, otro se le unió, te ayudo le dijo Rodolfo Racedo, que había combatido en el Escuadrón de Exploración de Caballería Blindada 10, quien participo en los combates de Monte Longdon, Moody Brok y Wireless Ridge y fue rescatado con las piernas congeladas. Acto seguido comenzó a desplegarla. Dejala un poco suelta, dale, no te apures a apoyarla en la tierra, mira, mira como flamea, mira que linda que esta, dijo Racedo al tiempo que se les escapaba una lagrima, sin perder la mirada de bronca. Al salir del Argentine Cemetery, los veteranos se subieron a sus camionetas y mientras recorrían algunos kilómetros y pasaban junto a las casitas que se ubican en la zona de Goose Green, se vieron sorprendidos cuando unos chicos pasaron al costado de los vehículos agitando las banderas de Gran Bretaña. Ninguno de los presentes dijo nada, pero en las miradas de extrañeza podia leerse la pregunta sobre si ese no era, en todo caso, un gesto hostil.
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