Olimpiadas Carlos Paz 2015

sábado, 31 de marzo de 2012

DISCURSO PRONUNCIADO EN LA CIUDAD DE SAN LUIS EL JUEVES 29 MARZO



Por Victor Eduardo Vital

Queridos amigos,
Queridos compatriotas,
Queridos camaradas de armas,
   Queridos hermanos y familiares de los mártires que dieron su vida por defender la Soberanía Argentina en la heroica gesta para Reconquistar  las Malvinas al seno de nuestra Patria.
          Hoy nos reunimos para rogar por las almas de aquellos que dieron su vida por la Patria, y que por Providencia de Dios, descansan junto al General Belgrano, envueltos en el mar que refleja nuestra bandera celeste y blanca, como el manto de nuestra Madre.
         Aunque han pasado 30 años, jamás podremos olvidarlos, jamás hemos de olvidarlos, aunque a lo largo de estos años nos quieran hacer olvidar, y quieran tender un manto de silencio.
           Por más que quieran desmalvinizar, por más que quieran decir que eso nunca existió, o que si existió fue un error, que fue un manotazo de ahogado, de un general trasnochado.
          Jamás podremos olvidar, porque a lo largo de estos años, de estos tristes y grises años, en que nuestra Patria  se desangra, en decadencia y disgregación, el gesto heroico de los que ofrendaron su vida, marcó el único gesto de grandeza con el cual pudimos reencontrarnos los argentinos.
                        Jamás podremos olvidarlos. Por eso estamos aquí para rezar.
                        Hoy estamos aquí para recordar aquellas jornadas. Aquella jornadas en las cuales el pueblo argentino, sin distinción de partidos, sin distinción de banderías, se sintió unido y reaccionó como un solo hombre, en un solo corazón y en una sola alma.
                        Porque por encima de las falsedades, por encima de las promesas que no se cumplen, por encima de los programas falaces,  por encima de los discursos mentirosos de los políticos de turno, y de los medios de comunicación, hubo un ideal de Patria, hubo algo noble que hizo que ese pueblo reaccionara como un solo hombre.
                        Fueron momentos de grandeza, de ánimo, de victoria, momentos de dolor  y de derrota. Eso no lo podemos olvidar.   
      Fue un momento de grandeza entre tanta mediocridad. Después comenzamos a hundirnos, nuevamente en esta mediocridad y disgregación creciente, preámbulo del caos, anarquía y disolución nacional.
                   Por eso nos juntamos aquí como argentinos de fe, para rezar,     por las almas de aquellos que han muerto en combate. Esto es un  deber de Piedad Altísimo, ya que dieron su vida por una causa noble, una causa justa, y lo hicieron sabiendo que estaban cumpliendo con su deber.
                                             Como cristianos debemos amar a nuestra familia, pero también debemos amar a esa familia grande que es la Patria, que es mi familia, y las familias de todos aquellos, que están unidos por lazos de tradición, de historia, de sangre, de lengua y de fe; por los que han forjado ese pasado común, y nos legaron un destino común.
                        Esa virtud de la Piedad, es un deber de respeto y honor hacia los padres y hacia la Patria, porque de ella hemos nacido y nos hemos criado, porque de ellos  y en ella hemos recibido todo lo que tenemos.
                        Por eso hoy al rezar por las almas de los muertos, tenemos que rezar por  nuestra Patria y  recordar nuestra historia. Tenemos que mirar hacia el presente y hacia el futuro. Nosotros, los que estamos vivos no podemos permitir que haya sido inútil el sacrificio de los muertos que ofrendaron su vida por nuestra Patria.
                        Nos quieren hacer olvidar del heroísmo, nos quieren hacer olvidar del sacrificio, nos quieren hacer olvidar de los ideales grandes, porque todo eso no les conviene.
                      No les conviene a los cobardes, no les conviene a los traidores, no les conviene a los vendepatrias, no les conviene a los que pactan y entregan nuestros recursos al enemigo, nuestra Cordillera y nuestro Mar. No les conviene a los que quieren descuartizar a la Argentina en tres o cuatro republiquetas.
                       No les conviene a los que nombraron  en el Ministerio de Defensa  a una ciudadana inglesa. ¡Si!, a una ciudadana inglesa, hija de un alto funcionario inglés, de la Embajada del Reino Unido en la Argentina
                        No les convienen a los que, por expresa instrucción de nuestros enemigos, denigraron, humillaron y encerraron en verdaderos campos de concentración a los jefes militares que pelearon en Malvinas.
                         No les conviene a los que desintegraron nuestras FFAA como lo están haciendo actualmente con la Gendarmería y la Policía  Federal, por orden de esta misma ciudadana inglesa. En síntesis, los ingleses conducen el Ministerio de Defensa y el Ministerio de Seguridad Interior argentino.
                        No les conviene a los políticos de la oposición, cualquiera sea, ya que ellos también medran con el mortal negocio de la droga, del juego y  de la prostitución, por lo cual quieren destruir la moral y dignidad de nuestro pueblo.
                       No les conviene el espíritu de Malvinas porque es el espíritu de la patria, porque es espíritu de Dios, de unidad, de amor. Porque es el espíritu de nuestro pueblo, es espíritu de lucha, el espíritu de sacrificio y dignidad.  Porque es el espíritu de la Nación Argentina.
                        A quien le cabe duda que la heroica gesta de Malvinas, última guerra entre dos banderas, dos naciones, dos linajes antes de entrar de lleno en esta modernidad materialista, esclavizante y globalizada, no continúa hoy, en todo el espacio nacional, con esta perversa  Guerra Interna con métodos más sutiles, pero mucho más mortífera que aquella que hoy recordamos.
                          O acaso no provoca más muerte la droga, que penetra sin ningún tipo de control por la frontera norte, donde la comisaría inglesa, ha retirado la gendarmería, para llevarla al conurbano bonaerense, llevando  el caos y la criminalidad a niveles incontrolables.
                   O acaso no provoca más muerte en el cuerpo y en el espíritu de nuestro humilde pueblo, en los jóvenes y en las familias todas estas perversas leyes contra la unidad del matrimonio y la familia, piedra basal de nuestro pueblo y nuestra Nación?
                       Por esto quieren que olvidemos. Nosotros no podemos traicionar  esa sangre derramada, porque no podemos traicionar y olvidar el sacrificio de nuestros hermanos, nuestros amigos, nuestros camaradas en la lucha. Porque no podemos permitir que esa sangre se haya derramado inútilmente.
                        La sangre de aquellos que han muerto por nuestra Patria  son semillas de una Patria nueva, de una Patria que costará más sacrificio y muchos años de lucha. Pero eso no importa.
                        Tenemos que seguir siendo combatientes, cada uno en el puesto que Dios nos ha puesto, para que, como dijera el gran General, “seamos lo que debamos ser, sino, no seremos nada”.
                        Para que nuestra pobre Patria Argentina, tan herida y maltratada, pueda un día llenarnos de orgullo, como de orgullo nos llenaron aquellos héroes puntanos que hoy recordamos, que fueron capaces de dar su vida  como dice el Señor,  “Nadie ama más, que aquel que es capaz de dar la vida por los suyos”.
                   Nos acercamos a los días santos,  a los días que la Iglesia revive la Pasión y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo. Sabemos que para seguir a Cristo tenemos que estar dispuestos a cargar con la Cruz.
                    Cristo es el Rey que nos ama y que nos llama a conquistar nuestra Patria. Y Cristo en ningún momento nos llama con promesas de una vida fácil, cómoda. Cristo dijo con claridad “El que quiera ser mi discípulo, que cargue la Cruz, y me siga”. Es decir que para llegar a la Gloria de la Resurrección y la Vida, al Triunfo y a su Reino, hay que pasar por el Viernes Santo, la Pasión y la Muerte.
                        Este es nuestro camino personal, pero también el camino de nuestra Patria. El camino que nos marcaron los que ofrecieron su vida en combate.
                        Pidámosle al Señor en estos días,  que nos ayude a ser fieles en esta empresa, pidámosle al Señor en estos días, que esta Patria entregada por los Judas, humillada, crucificada, pueda alegrarse un día con la Resurrección, con la Vida que no pasa, a la cual Él nos llama, para reinar un día junto a Él, y los que dieron ya su vida por esta Patria del Cielo y de la Tierra.
                    
Victor Eduardo Vital
V.G.M B.IM.5

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