Por Orlando Oramas León*
La Habana (PL) En el recibidor de la embajada de la República Argentina, en la capital cubana, dos contenedores de color negro despiertan la curiosidad del periodista y el fotorreportero de Prensa Latina, quienes aguardamos para entrevistar a la embajadora Juliana Marino.
"En su interior están las cruces originales de nuestros muertos en 1982 en las islas Malvinas. En sus tumbas se hizo un monumento, y las cruces ahora forman parte de un conjunto escultórico que ha recorrido varios países y será exhibido próximamente en La Habana", explica la diplomática.
Refiere que la mayoría de los familiares de los caídos decidieron que reposen en Malvinas, la tierra argentina por la que ofrendaron sus vidas en un conflicto que no comenzó hace 31 años.
En 1833 invasores de la Armada británica expulsaron a las autoridades y población de ese archipiélago, ubicado a 14 mil kilómetros de las costas del Reino Unido.
Mucho han cambiado las cosas desde que la dictadura argentina decidiera la recuperación del archipiélago por la vía de las armas.
Entonces el país estaba aislado internacionalmente, señalado por los crímenes de lesa humanidad cometidos por el gobierno militar de facto. Tampoco había encontrado su inserción en la economía internacional. Para la época el conflicto era bilateral. Ya no es así, considera Marino.
Hoy la voz gaucha resuena en los diversos espacios y organizaciones internacionales, donde goza de respeto y reconocimiento. Lo ha dicho la presidenta Cristina Fernández: "soberanía, con paz".
Argentina es, por otra parte, uno de los principales productores de alimentos del planeta, mientras que países como Chile, Uruguay y Brasil impiden el atraque en sus puertos de buques con bandera de conveniencia de Malvinas.
Ello le da una connotación regional al diferendo, cuando además esos gobiernos han establecido mecanismos de comunicación y denuncia cuando buques británicos o de otras banderas transportan equipos para la prospección y explotación petrolera en el territorio en disputa.
Previo a estos días de aniversario, Gran Bretaña hizo un referendo entre los habitantes de Malvinas, mientras que el canciller de Argentina, acompañado por delegados latinoamericanos y caribeños, renovaba gestiones ante el secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki Moon.
Participaron en la reunión los titulares del Exterior de Cuba y Uruguay, Bruno Rodríguez y Luis Almagro, cuyos países ocupan la presidencia pro témpore de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) y del Mercado Común del Sur (Mercosur), respectivamente.
También el vicecanciller peruano, José Beraún, por la presidencia pro témpore de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur).
Los representantes de esas organizaciones manifestaron el respaldo de Latinoamérica y el Caribe al reclamo de Buenos Aires para que Gran Bretaña acepte negociar la soberanía de las Malvinas, puntualizó la embajadora.
"Creo que es un momento de extraordinario nivel de conciencia y compromiso. Esas relevantes personalidades llevaron la representación de sus foros. Significa que se ha trabajado el tema Malvinas al interior de esas agrupaciones, que hay consenso incluso de llevar esa postura al más alto nivel", subrayó.
Marino calificó de inédito y extremadamente importante ese acompañamiento ante el Secretario General de las Naciones Unidas, a quién se le vuelve a solicitar sus buenos oficios. También ante el Comité Especial de Descolonización de la ONU, donde radica el examen anual del conflicto.
"Resulta un apoyo extraordinario tras el referendo ilegal que Gran Bretaña realizara en Malvinas con el propósito de confundir a la comunidad internacional sobre la naturaleza del conflicto".
"La cuestión Malvinas -explicó- es una de las formas de colonialismo al que debe ponerse fin, es una disputa de soberanía e implica el respeto al principio de integridad territorial. No se trata de la autodeterminación de un pueblo, porque esa población no es preexistente y sí trasplantada por una potencia que usurpó ese territorio en 1833".
Refirió que la Constitución de su país plantea el mandato a los argentinos de continuar luchando por la soberanía de las Malvinas, exclusivamente a través de medios pacíficos, reconociendo los intereses de los habitantes de las islas. Durante diferentes etapas hubo tratativas donde, bajo fórmula de soberanía, se adoptaron memorandos de confianza y convenios para cooperar sobre diferentes temas: servicios aéreos y marítimos, comunicaciones postales y telefónicas, salud, educación e investigaciones conjuntas, acuerdos que Londres ha vulnerado, apuntó. Están depredando los recursos naturales del Atlántico Sur. A la ilegítima actividad pesquera en aguas de Malvinas, se le ha sumado una campaña de exploración de recursos hidrocarburíferos, acotó.
Tales ilegales emprendimientos -contrarios a resoluciones de la ONU- han sido denunciados por diversos organismos regionales.
La embajadora criticó la militarización de las Malvinas, y por ende, del Atlántico Sur, donde Gran Bretaña realiza recurrentes maniobras bélicas. Dijo su país ha expresado en diversos foros su preocupación por la vulneración del Tratado de Tlatelolco, para la proscripción de las armas nucleares en Latinoamérica y el Caribe.
"En la Cumbre de Seguridad Nuclear de Seúl, Argentina volvió a exigir que el Reino Unido confirmara la ausencia de armas nucleares". En la Organización Marítima Internacional se denunció los peligros que para la navegación en el Atlántico sudoccidental significan los ejercicios coheteriles británicos, acotó.
La muerte de la ex primera ministra Margaret Thatcher merece un comentario de la embajadora:
"Nuestros veteranos de la guerra la recuerdan por el hundimiento del crucero General Belgrano; entretanto Argentina sigue trabajando y sumando solidaridades para lograr que Gran Bretaña cumpla con las resoluciones de Naciones Unidas y le dé una oportunidad a la paz", concluyó.
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