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jueves, 17 de mayo de 2012

Las Operaciones Navales en la Expedición Libertadora


La campaña corsaria del Almirante Brown fue el prólogo a la Expedición Libertadora del General San Martín, pues al atacar los puertos y plazas fuertes de la costa occidental del continente, causó alarma en el litoral del Virreinato del Perú. La acción de los corsarios argentino-chilenos también causó daños al poder naval español, al igual que el crucero de Bouchard en el Pacífico.

Instalada definitivamente la independencia en Chile, luego de la Batalla de Maipú y destruido el poder naval realista en las aguas del Pacífico Sur, con la caída de las plazas navales de Talcahuano y Valdivia, la estrategia española se tornó defensiva y regional, preparándose para la inevitable invasión del Virreinato del Perú.

Escuadra Libertadora

La estrategia libertadora de San Martín exigía imprescindiblemente el dominio del Pacífico para poder transportar con seguridad la fuerza expedicionaria de invasión. Su concepción privilegiaba la vía marítima, dada la imposibilidad práctica de desplazar ejércitos por tierra para llegar al Perú, partiendo de los actuales territorios de Argentina y Chile.

Por dicha razón junto con el General O´Higgins se abocó a la creación de la Marina de Guerra Chilena capaz de tal desafío.



Desde Buenos Aires el Director Pueyrredón contribuyó con el envío de fondos y buques para formar la expedición y se enviaron representantes a los Estados Unidos y Gran Bretaña para contratar naves y tripulaciones.

Dispuesta la expedición al Perú, el Ejército Libertador Argentino-Chileno con unos 4.500 hombres con 12 piezas de artillería y caballos se reunió en Valparaíso para embarcarse en las naves del almirante Cochrane entre el 19 y 20 de agosto de 1820. La escuadra estaba compuesta por 36 unidades entre barcos de guerra y transportes.

El 20 de agosto de 1820 zarparon de Valparaíso con sus comandantes: la fragata "O´Higgins", capitán Thomas Crosby; la "Lautaro", capitán Martín George Guise; bergantín "Galvarino", capitán Spry; el navío "San Martín", capitán Wilkinson; la fragata "Independencia", capitán Forster y los transportes armados: "Mackena", "Potrillo", "Santa Rosa", "Delano", "Jerezana", "Perla", "Águila", "Peruana", "Emperadora", "Dolores", "Consecuencia" y "Gaditana". Con estas unidades marchaban once cañoneras y la gloriosa "La Argentina", al mando del antiguo corsario Hipólito Bouchard que transportaba a los hombres del famoso regimiento de San Martín, los Granaderos a Caballo y su escolta personal de Cazadores a Caballo.

La campaña se presentó erizada de obstáculos que se fueron salvando. El 20 de octubre la escuadra patriota se halló frente a la Fortaleza del Callao. El 5 de noviembre en una audaz maniobra nocturna del Almirante Cochrane, fue tomada en esa bahía la fragata de guerra española "Esmeralda" y dos cañoneras de la guardia del puerto. La superioridad naval patriota en el Océano Pacífico estaba así decidida y el dominio de los mares pertenecía exclusivamente a los independientes. Poco tiempo después en Guayaquil se entregaban a los patriotas las últimas dos naves hábiles de la Real Armada, las fragatas "Prueba" y "Venganza".
Finalmente el desembarco del Ejército Libertador se efectuó en Huacho en el Valle de Huaura el 10 de noviembre de 1820.

Proclamada la Independencia del Perú, uno de los primeros actos del General San Martín fue la promulgación de decretos y disposiciones que posibilitaron el nacimiento de la Marina de Guerra del Perú, la que produciría los últimos hechos de la Guerra Naval por la independencia del continente.

El transporte por mar del Ejército Argentino-Chileno al Perú llevó las armas patriotas al corazón del poderío español en América. Las acciones navales anteriores y posteriores hicieron prácticamente imposible el refuerzo de los realistas desde España, con lo que se aseguró el triunfo de la independencia.

La acción de los ejércitos patriotas provenientes del Sur del continente, combinada con las fuerzas llegadas de Colombia y Venezuela al mando de Simón Bolívar llevó al colapso español en América del Sur, sellado en la batalla de Ayacucho el 9 de diciembre de 1824.

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